martes

ACUPUNTURA


Milenios de conocimiento se plasman en una técnica con múltiples aplicaciones terapéuticas, aunque en muchas ocasiones no puede sustituir a la cirugía o a los antibióticos. La acupuntura representa una de las más importantes aportaciones de la medicina china.

Para entender la acupuntura es preciso conocer las bases de la medicina tradicional china, que parten de la idea de que la enfermedad es el resultado del desequilibrio de la energía vital, llamada qui, que circula por nuestro organismo a través de canales. Para los occidentales, la enfermedad se reconoce y trata cuando aparecen los síntomas, pero para los chinos el periodo más importante es el que precede a la manifestación de la enfermedad, el de menor resistencia a causa del desequilibrio energético. La labor del acupunturista consiste en establecer el diagnóstico exacto, determinar los lugares en los que se ha alterado el flujo de energía e intervenir sobre ellos restableciendo su equilibrio.

Los puntos de acupuntura en el cuerpo humano se clasifican en 14 grupos. La línea que une los puntos de cada grupo se llama meridiano. De ellos, 12 son bilaterales, esto es, 6 se ubican en la parte derecha del cuerpo y otros seis en la izquierda, mientras que otros dos quedan en la línea media. Cada meridiano tiene un trayecto definido que sigue dos vías: la interna, que tiene su origen en un órgano y recorre el cuerpo conectándose a la segunda vía, la externa, que finaliza en la terminal del punto de acupuntura y que se conecta a la interna llevándola de regreso al órgano de origen, lo que convierte al meridiano en una especie de circuito cerrado. Cada meridiano se denomina según su órgano de origen: el del pulmón, el del intestino grueso, el del bazo, el del corazón, etc.

Los meridianos no tienen correspondencia con estructuras anatómicas conocidas, pero sí hay pruebas de que son reales: las mediciones de la resistencia eléctrica de la piel y los estudios de la estructura microscópica de los tejidos y células de los puntos confirman que estas zonas son diferentes del resto.

Por otro lado, aunque todavía se desconoce su funcionamiento exacto, se sabe que la acupuntura actúa sobre el sistema nervioso, estimulando la actividad de sustancias analgésicas como las endorfinas y las células del sistema inmunológico. Algunos estudios han evidenciado que la acupuntura altera la química cerebral, pues influye en la liberación de neurotransmisores y hormonas e incide en partes del sistema nervioso relacionadas con las sensaciones y funciones involuntarias del organismo (reacciones inmunológicas, flujo sanguíneo, presión arterial?). Pero aún no se han descifrado los mecanismos íntimos por los que actúa en el organismo.

domingo

CROMOTERAPIA CLINICA


La cromoterapia es un método de armonización y de ayuda a la curación natural de ciertas enfermedades por medio de los colores. Los colores corresponden a vibraciones que tienen velocidades, longitudes y ritmos de ondas diferentes. Estos ejercen una influencia física, psíquica y emocional que nosotros no somos concientes en general y que permite a nuestra energía vital de tener un estado que facilita la autosanación. La cromoterapia y la helioterapia (terapia por medio de los rayos del sol) fueron muy importantes en la práctica de la medicina tradicional de las grandes culturas como la China, la India y la Grecia.

Ciertos colores son astringentes como el rojo, el naranja o el amarillo. El azul ayuda a la extraversión, mientras que el rojo permite la introversión. Ciertos colores como el rojo y el naranja hacen subir la temperatura de una habitación; son los llamados colores calientes. Otros por el contrario como el azul, el índigo o el gris son colores fríos.

Se puede proyectar cualquier color llenando la sala de consulta bañándonos completamente en la luz del color elegido. También se puede utilizar el color deseado en una zona concreta del cuerpo. Suele aplicarse una sesión diaria de unos 30 minutos. Tras 15 días de tratamiento empiezan a notarse sus efectos.


Rojo para la trastornos del estado de ánimo: En casos depresivos, también en caso de anemia, reumatismo y bronquitis. Unido al verde, funciona con las contracturas musculares, los resfriados y las varices capilares.

Naranja para la vesícula: Alivia el cansancio y es eficaz en el tratamiento de cálculos en la vesícula y en problemas respiratorios. Tiene poder analgésico contra los calambres.


Amarillo para la piel: Es depurativo, da energía al sistema digestivo y tono muscular y se emplea para enfermedades de la piel.

Verde para la úlcera: Reduce la tensión sanguínea y combate el insomnio. Fortifica la vista y mejora las úlceras gracias a su poder cicatrizante.

Azul para la fiebre: Es tranquilizante y reduce los estados febriles. Se utiliza para solucionar problemas de garganta y asmáticos. Y contra la celulitis.

Índigo para la vista Se suele utilizar para tratar trastornos sensoriales (de la vista, audición y olfato).

Violeta para la ciática: Se emplea para reducir algunas hemorragias, aliviar contracturas, en la ciática y en los dolores de cabeza.

ARMONIZACIÓN ELECTROBIOENERGÉTICA


Terapia de activación de los Centros Vitales y Canales Bioenergéticos. Se emplea en el tratamiento un Equipo que consta de un haz de luz electrónico que atraviesa un cristal de cuarzo, posibilitando la activación o desbloqueo de todos los chacras y las glándulas endocrinas asociadas a cada uno de ellos.

Es una técnica para restablecer y equilibrar el flujo energético de nuestro cuerpo físico, emocional, mental y espiritual. La utilización del Equipo ayudará a restablecer la armonía en un menor tiempo gestionando los bloqueos, el estrés, las tensiones, depresiones, etc.

Esta terapia produce los siguientes efectos:

-Regula la presión arterial.

-Elimina la ansiedad y la tensión porque contrarresta directamente sus efectos sobre el sistema energético.

-Reduce los niveles de cortisona en la sangre.

-Fomenta un estado de equilibrio emocional, al armonizar las Cinco Energías Elementales de los órganos y equilibra el organismo en su totalidad. Como las reacciones emocionales no son más que “energías en movimiento” que se han descontrolado, el cristal electroarmonizador ayuda a restablecer el equilibrio emocional, aprovechando y armonizando estas energías.

-Estimula y equilibra las secreciones endocrinas de todo el organismo, aumentando la respuesta inmunitaria.

-Incrementa la actividad de la médula ósea, que produce glóbulos blancos.

-Equilibra el PH en la sangre (ácido-alcalino) y de otros tejidos, eliminando los efectos debilitantes de la acidosis crónica.

-Flexibilización y rejuvenecimiento de las articulaciones.

-Aumento en la energía vital.

SHIATSU

PRÁCTICA INDIVIDUAL

Y VISITAS A EMPRESAS Y ORGANIZACIONES


El Shiatsu es una terapia japonesa que recorre los meridianos del cuerpo con la presión de los dedos, con el objetivo de armonizar los niveles energéticos, sanar ciertas dolencias, contracturas musculares, bajar los niveles de ansiedad, stress, depresión, etc.

El Shiatsu actúa sobre la energía electromagnética del cuerpo, que mantiene y nutre nuestro cuerpo físico y que, además, afecta la mente y el espíritu.

Esta energía fluye a través de todos los órganos y las partes del cuerpo por un sistema de canales o caminos conocido con el nombre de meridianos.

En el curso de nuestra agitada vida vamos obstruyendo estos canales con la consiguiente baja irrigación en estos meridianos, afectando por lo tanto un órgano físico, produciendo con el tiempo una enfermedad.

El Shiatsu es capaz de restablecer esta energía y por ende facilitar la sanación.-

La terapia de Shiatsu apunta a que el paciente logre conectarse con su esencia, para que desde ahí aflore la verdadera sabiduría del afectado, y descubra la causa u origen de su dolencia o enfermedad.

Este tratamiento se basa en el principio de que un contacto hecho con verdadera "intención" ayuda a poner en marcha el sistema de autocuración en el paciente.

YOGA



PRÁCTICAS INDIVIDUALES Y GRUPALES

VISITAS A EMPRESAS Y ORGANIZACIONES


Yoga es un sistema tradicional de vida que significa "Unión" (del sánscrito yug: unir) y se refiere a la comunión espiritual del individuo con su entorno universal.

Los orígenes del yoga se remontan a la antigua medicina tradicional de la India, anterior incluso a la Ayurvédica, que es la visión de la tradición vedanta (de la raíz vid: conocer) para la preservación de la vida, lo que la conecta asimismo con la ancestral tradición tántrica (expresión sánscrita que significa expansión) y con las prácticas del valle del Indo antes de la llegada de los pueblos Indo-arios. En este sentido los descubrimientos de Mohenjo - Daro en el actual Pakistán demuestran que ciertos asanas (posturas) se realizaban hace más de 4000 años.

En occidente se ha hecho popular el Hatha Yoga (literalmente unión del sol y la luna), sin embargo, esta rama del yoga trata sólo el aspecto físico de un sistema que integra de manera armónica la respiración (prana yama), el pensamiento (raja yoga y dhyana yoga) junto a otras dimensiones de la vida.

En al año 300 a. C., el yogui Patanjali clasificó su práctica del Yoga en las ocho partes con las que se le ha conocido en occidente. Este texto recibe el nombre de los Yoga Sutras de Patanjali

La práctica regular del yoga estimula las glándulas endocrinas, estabiliza el sistema nervioso, ayuda a regular el peso, mejora la circulación sanguínea, otorga flexibilidad, tonifica la musculatura y hace resistente ante las enfermedades y el envejecimiento.

martes

Psicoestética de la libido - Cuestiones Introductorias

Pablo Wajner

El dolor verdadero es sentir en uno mismo
cómo se desplaza el pensamiento...
(Artaud, 1997: 74)

Desde la antigüedad el trabajo del arte ha despertado el interés de científicos y filósofos; su emplazamiento suscita constante debate entre los especialistas al agenciar la pregunta por su sentido y devenir. Está claro el propósito aristotélico por vincular la obra —dígase representación teatral de la tragedia— con ciertos efectos que la escena produce en la vida anímica de los espectadores; el teatro trágico griego tiene la capacidad, según el filósofo, de provocar en ellos un efecto purificador por medio de la repetición de ciertos conflictos específicos, liberando pasiones y produciendo el alivio emocional correspondiente; se trata de la catarsis. Más tardíamente, junto al desarrollo de la tradición filosófica idealista, Kant recoge en su tercera crítica, el itinerario de la facultad de juzgar; comprometido en la discursividad estética aprecia diferencias sustantivas entre los conceptos de lo bello y lo sublime. Luego, Hegel, intenta establecer nexos entre la moral y el arte; con él se consolida la necesidad moral de suavizar los impulsos humanos disciplinando el alma a través de la creación artística. Heidegger, por su lado, se aboca en su estudio a destacar el conocimiento que aporta la obra, plantea las relaciones que se establecen entre ella y el artista y la manera en que dicha máquina binaria constituye la base sobre la que puede hablarse de arte propiamente tal: tras la esencia del arte es posible encontrar la esencia del ser que engendró la obra. Tales cuestionamientos tampoco escapan al examen de diversos investigadores que desde las disciplinas psicológicas tratan de elucidar los efectos del arte en el alma humana. En el espectro teórico que circundan las investigaciones realizadas, hay suficiente evidencia del esfuerzo psicoanalítico por acuñar los conceptos sobre el dinamismo del aparato psíquico con una serie indeterminada de estudios que giran en torno a la estética. Con la aparición del psicoanálisis el arte es convocado desde un ángulo novedoso en correspondencia con las observaciones clínicas elaboradas por el propio Freud, quien no deja de reconocer sus límites para abordar el asunto y sin embargo, ello no es óbice para que su trabajo reporte sugerencias inestimables a la hora de abordar el tema.

El presente texto instala un campo de investigación bajo el expediente de la psicoestética; ella tiene por objeto describir teóricamente los aspectos involucrados en el proceso sublimatorio; dicho proceso ha lugar en la obra según el discurso psicoanalítico y plantea posibles lineamientos en la búsqueda de una cura expresiva (salud psíquica). La psicoestética de la libido o proceso sublimatorio creativo, se aboca al devenir pulsional que arrastra la libido en su paso hacia una meta no sexuada, tomando para este fin un objeto de descarga (objeto estético) que es valorado socialmente y que en el caso del arte constituye una prerrogativa del sujeto. Por psicoestética, ha de entenderse por tanto, el transformismo de la energía sexual básica en pos de una plasmación específica, implicando en este proceso un mecanismo sublimatorio que conlleva efectos curativos inherentes al trabajo artístico. En rigor, una de las vías posibles que recorre la sublimación, es la creativa, aunque existan encarnaciones diversas. Se sabe que todo proceso sublimatorio es constituyente del psiquismo a independencia de la forma que pueda adoptar; el móvil de la significancia (representación-lenguaje-pensamiento) —por citar un caso— estructura, con base a la sublimación, las manifestaciones psíquicas concomitantes. De lo anterior, se desprende la pregunta por la consistencia de una sublimación propiamente creativa, si posee efectos curativos distintos a otras formas de sublimación o si prevalece a la posibilidad de establecer y mantener en el sujeto creador cierta dinámica de goce no sintomático (creativo). Con este propósito parece ineludible el trabajo en torno a la metapsicología de las pulsiones, la teoría dinámica de los mecanismos de defensa del yo, y la comprensión de la Cosa (das Ding) que se verifica a posteriori. En tal perspectiva, la problematización dirigida a los planteamientos desarrollados por Freud y Lacan, resulta fundamental para acoplar el concepto de cura expresiva con el soporte psicoanalítico; tal empeño, no obstante, ha de contrastarse con diversos aportes estético-filosóficos en orden a constatar cierta insuficiencia que parece obturar la cuestión de lo sublime toda vez que se conecta con el proceso creador y abre la posibilidad de convertirse en un precursor de la salud psíquica; a tal efecto, puede consignarse el viejo estatuto moral del arte en una nueva escena orientada por la temática referida al ideal del yo.

Desde su fundación, el psicoanálisis esgrime argumentos a favor de la existencia de móviles creacionales en el sujeto; Freud, cuando escribe El creador literario y el fantaseo (1908) o Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci (1910) y El Moisés de Miguel Angel (1914/), da cuenta de ello. Refiriéndose a Leonardo, efectúa un análisis de los mecanismos que utiliza el psiquismo del florentino, el cual, sirviéndose del desplazamiento de la curiosidad sexual infantil orienta su energía hacia el trabajo intelectual y la actividad creadora en tanto basculan metas más aceptable para él y su entorno. En su trabajo analítico relativo al arte, Freud, aporta rasgos autobiográficos que bien pueden servir de antecedentes motivacionales para aproximarse a este campo; ‘las obras de arte ejercen sobre mí una poderosa acción’ (1997b:75); ‘...nos sentimos subyugados por ellas, pero no sabemos lo que representan (...). Se pregunta sobre aquello que resulta ser una exploración de largo aliento: ‘¿Por qué no ha de ser posible determinar la intención del artista y expresarla en palabras, como cualquier otro hecho de la vida psíquica?’ (...). Intenta encontrar respuesta en la obra del artista, ya que ésta puede facilitar ese ‘análisis si es la expresión eficiente en nosotros de las intenciones y los impulsos del artista’ (1997b:76). Lacan posteriormente examina algunas experiencias del Marqués de Sade llegando a la conclusión de que en su obra la pulsión de muerte asume la forma de una sublimación creadora de una voluntad de creación, de recomienzo (Lacan, 1998: 257). En la actualidad se insiste en el dispositivo previsto por el sujeto en la medida en que éste encuentra una vía de escape para la energía estancada. Ante tal evento, Fiorini (1995), apunta a un nuevo concepto de sujeto creador allí donde los autores en general sitúan al artista. Introduce una nueva tópica en la estructura psíquica relacionada con el proceso terciario, el cual, a diferencia del secundario es transtemporal y conduce la transformación del psiquismo del propio sujeto mediante el trabajo creativo.

El nexo existente entre desarrollo de la actividad artística y psicoanálisis, descansa en un cuestionamiento permanente —acaso subversivo— del status quo actual, en el entendido que ambos, psicoanálisis y arte, forman parte de un dispositivo que incrementa el acervo de la cultura toda vez que compromete la sociedad en su conjunto. Una propuesta teórica con base psicoanalítica que incurra en la revisión de los aspectos involucrados en el proceso sublimatorio y pretenda dar cuenta de un elenco de plasmaciones artísticas indeterminado, acusa —quiérase o no— el estado general del capitalismo en su fase tardía. Bajo este expediente, es posible explorar las fuentes de la creación artística que hallan su asiento en un aparato psíquico que se debate en áreas no develadas ante sí. En tal caso, se puede afirmar que el psicoanálisis privilegia el examen de las carencias objetivadas por medio del arte —dígase falta o deseo— y el proceso defensivo allí convocado, otorgándole un énfasis siempre mayor a la patologización del producto —la obra misma— pero sin tomar en cuenta, al menos de forma plausible, sus consecuencias constructivas; tales consecuencias, prevalecen en el proceso interno experimentado por el sujeto. El arte aporta, en tal coyuntura, la zona por donde el análisis de lo inconsciente deambula, pero a fuerza de marginar un importante segmento de la existencia humana, a saber, el cúmulo de impresiones interiores que al estar mediado por la posibilidad de autorrevelarse en un proceso creativo específico, contribuye a la emergencia del sujeto socialmente determinado.

No es casual cierta ambigüedad del psicoanálisis a la hora de acotar el tema de la sublimación, y no tanto en el desarrollo del concepto mismo como en su puesta en escena a manos de la clínica; con frecuencia se lo sitúa en un lugar secundario y de poco rendimiento teórico. Pero es justamente su remisión la que contribuye a mantenerlo vigente, en tanto lo que se resiste contiene, las más de las veces, elementos insustituibles en la arquitectura de su propio sentido. Aunque para el psicoanálisis tenga valor en sí mismo el expediente de la sublimación, en virtud que cualquier orden en su estatuto teórico actual —por más obvio que sea— supone lo sublime, necesita replantearse el origen sexual del impulso creador y de sus relaciones con la cura. Si se observa, por otra parte, que la misma noción de cura suscita más de una sospecha cuando se cuestionan sus posibles definiciones, tal replanteamiento debe contener, además, esbozos teóricos que amplíen los mecanismos mediante los cuales el sujeto pueda atesorar su salud psíquica en propiedad.

Si es posible la experiencia de una sensación satisfactoria alcanzada a través de un camino paralelo, es posible entonces, hablar de la sublimación creativa, un tipo de descarga por la que se realiza la obra de arte. En virtud de ello es necesario referirse al itinerario que elige el régimen pulsional para acceder finalmente a la sublimación. Interesa, específicamente saber cuál es la lógica productiva que une las pulsiones sexuales a las de conservación del yo en los procesos de carga y descarga de objetos libidinales; a un tiempo, es imprescindible conocer las nuevas identificaciones que permiten catectizar otros objetos; todo lo cual, sólo es viable en atención al concepto de aparato psíquico, de pulsión, de economía libidinal y sus características asociadas al proceso sublimatorio; la cura, en tanto que posibilitada por medio de la actividad artística, adviene en dicho proceso acaecido en el aparato psíquico del artista. En este contexto, confluye un número siempre finito de términos filosóficos que acopian las expectativas de su problematización. De lo que se trata es de aproximarse a un concepto de cura donde la práctica creadora se valide como instancia alternativa a la represión movilizada por la neurosis. ¿Pero, es posible que la creatividad se suscite en cualquier individuo? ¿Es plausible la alternancia de una sublimación creativa como mecanismo psíquico que protagoniza el logro de una (meta)satisfacción pulsional invocando el influjo de un objeto socialmente aceptado? ¿Es, igualmente posible, favorecer la descarga no sintomática de la energía libidinal —que en el caso de la neurosis queda investida como libido narcisista inconsciente— liberándola por medio de un síntoma de características especiales?

Una vez iniciado su trabajo orientado a la investigación científica del psiquismo humano, Freud, dirige sus esfuerzos a la descripción de un soporte capaz de explicar el hallazgo de perturbaciones mentales que no tienen base orgánica determinada, pero que presentan, sin embargo, características similares en el historial de sus pacientes —en su mayoría mujeres. ‘Suponemos que la vida psíquica está en función de un aparato al que atribuimos extensión espacial y composición de varias partes, o sea nos lo imaginamos a semejanza de un telescopio, un microscopio o algo parecido’ —dirá (1996: 11-12). Se trata de vivencias que acompañan acontecimientos traumáticos que inhiben, en todos los casos, el impulso sexual. En definitiva, rubrica la construcción teórica de la sexualidad y la instala como piedra angular de sus trabajos futuros. A partir de este momento, Freud, postula la existencia de cierta estructura psíquica compuesta por instancias que sustentan su funcionamiento. Con atención a la primera tópica —denominada modelo topográfico— establece como fundamento del psicoanálisis la primacía de lo inconsciente, este constituye el móvil del psiquismo humano, separándose absolutamente de lo que atañe a la vida consciente. En rigor, por un lado se ubica la parte consciente del discurrir anímico: lo conocido, lo accesible a la rememoración; por el otro, el inconsciente, es decir, lo velado, lo ignorado, lo inexpugnable. Equidistante de ambos, se sitúa el preconsciente, conformado por aquellos contenidos susceptibles de llegar a la conciencia a condición de superar la censura que pesa sobre ellos, ‘... por lo pronto —dice Freud— nos bastará retener que el sistema preconsciente comparte las cualidades del sistema consciente y que la severa censura ejerce sus funciones en el paso desde el inconsciente al preconsciente’ (1996: 194). A posteriori, el modelo topográfico de la vida psíquica es superado por uno estructural. Mediante su puesta en vigor, Freud, nomina su teoría con arreglo a una personificación que pone de relieve las contradicciones internas en la vida anímica y enfatiza el hecho de que ningún ser humano constituye una unidad, que la desarmonía es inevitable. En tal sentido, distingue tres instancias diferenciadas —ello, yo y superyo— que operan como fundamento de su trabajo teórico posterior. La instancia más primitiva, el ello, busca la satisfacción de los impulsos sin reconocer límite impuesto; tales impulsos vienen dados desde el nacimiento y conforman su naturaleza propia. La labor del yo es la de registrar condiciones, demandas y peligros del mundo exterior; oficia como segmento remodelado y adaptado a un entorno que nace del choque entre la naturaleza instintiva proveniente del ello y la realidad propiamente tal. El superyó, por su parte, es el resultado de la dependencia con las normas sociales que promueve el control de los impulsos. Freud, hace hincapié en la relación existente entre el superyó y las identificaciones con la autoridad paterna, ‘la instauración del superyó puede ser descrita —según el autor—como un caso plenamente conseguido de identificación con la instancia parental’ (Nasio, 1988:197).

Solo más tarde, Freud reformula sus primeros pasos en la construcción de una teórica psicológica distinta a la conocida hasta el momento. Todo el psicoanálisis gira su postura con respecto al funcionamiento psíquico, aduciendo una explicación tributaria de tres puntos de vista diferenciados: el tópico, el dinámico y el económico. El punto de vista tópico se refiere a lugares específicos: lo consciente, lo inconsciente y lo preconciente contenidos en el historial de la vivencia subjetiva, sin embargo, no siempre accesible como es el caso de los recuerdos inconscientes. El punto de vista dinámico es la capacidad del psiquismo para producir la interacción entre las diferentes instancias —yo, ello y superyó— llegando a plasmar un determinado tipo de funcionamiento psíquico: histérico, neurótico, psicótico y perverso. En último término, el punto de vista económico está representado por un factor cuantitativo considerado novedoso, una energía que moviliza la vida anímica del individuo y que al responder a variaciones de intensidad acumula una clase de tensión que tiende a la descarga; si ésta se abre paso, indemniza a la persona con una experiencia de satisfacción que reclama iterabilidad.

Basado en su metapsicología de las pulsiones, Freud, afirma que la actuación subjetiva se encuentra comandada por una energía de carácter sexual, la cual es capaz de mover la actividad de la persona en todas las esferas de su vida anímica y que la interrupción de su flujo se presenta como responsable en la sintomatología histérica y neurótica, tal como aparece en los individuos aquejados por un conflicto psíquico producido por la fijación de la libido durante su paso por las fases del desarrollo sexual durante la infancia. La energía estancada es determinante a la hora de verificar las afecciones patológicas, su constante fluir, en cambio, es condición de posibilidad para un desarrollo óptimo en la vida anímica del sujeto. Esta problemática fue planteada por Freud en sus Tres ensayos de una teoría sexual (1905), en donde define esta energía como fuerza de empuje del psiquismo orientada a una descarga: Siendo tal energía principalmente sexual en tanto se origina en las zonas erógenas del cuerpo, produce una excitación que busca la descarga directa a través de un objeto, logrando de este modo su satisfacción. Durante el desarrollo psicosexual del niño comparecen pulsiones parciales provenientes de fuentes orgánicas que separadamente tienden a una descarga inmediata; lo determinante —según Freud— es que tales pulsiones parciales han de ser dominadas y subrogadas por la genitalidad a la función reproductora que acaece en la pubertad; durante este tiempo intermedio puede interrumpirse la conducción de la descarga pudiendo desviarse hacia otra zona en donde alcanzar la meta. Resulta interesante indicar que Freud define las pulsiones como estímulo psíquico ubicado en la frontera entre lo anímico y lo somático; su influencia en el psiquismo es constante a través de la agencia representante, debido a que la pulsión no es psíquica en sí misma. Según el psicoanálisis existen dos tipos primordiales de pulsión: sexuales y de conservación del yo; a posteriori, se bifurcan entre pulsiones de vida y de muerte; la primera tiende hacia la satisfacción produciendo lo creativo, la segunda tiene como función el retorno de lo inanimado.

En las pulsiones y sus destinos nos acercamos a la problemática de la sublimación; esta es entendida —como lo referimos en su momento— en tanto desvío de la meta sexual orientada a fines muy diversos, fundamentalmente, a logros culturales con mayor plusvalía. Para Freud, la sublimación constituye un mecanismo defensivo por el cual son desviadas las pulsiones sexuales inaplicables por descarga directa, hacia otros fines productores de satisfacción. El propio Freud aduce que la neurosis sabe arruinar el propósito cultural promoviendo el trabajo de fuerzas anímicas sofocadas, enemigas de la cultura. En este sentido, la producción cultural neurótica es el resultado de una operación represiva distinta del producto cultural atendiendo al proceso sublimatorio, por tanto, se puede hablar de la pulsión sublimada como gestora del proceso creativo. Es posible considerar la sublimación —según la propuesta de Nasio— en tanto medio eficaz para transformar las fuerzas pulsionales en fuerzas positivas y creadoras, es expresión más elaborada y socializada que la pulsión propiamente tal, a un tiempo, deviene mecanismo mediante el cual se atempera y atenúa la excesiva intensidad de esas fuerzas. En términos correlativos, la sublimación es el camino que recorre la energía del proceso psíquico donde la carga libidinal no es satisfecha directamente. Esta disposición la encontramos en diversas reacciones de la vida anímica y derivan en formaciones defensivas según el grado de completitud del proceso; de ese modo se puede distinguir la sublimación que acaece en los procesos creativos como distinta a la sublimación que se aprecia en otras expresiones psíquicas. La sublimación es un concepto que intenta explicar el origen sexual del impulso creador, en la medida que dicho impulso toma la energía derivada de una fuente sexual para producir objetos artísticos distinta de aquélla. Pero para que un argumento como éste logre plausibilidad, es menester explicitar la función que ejerce el yo narcisista como instancia central que asigna a la libido en retirada un nuevo objetivo, la creación.

El proceso sublimatorio involucra un elenco indeterminado de ideales simbólicos que han llegado a ser objetos desexualizados; la obra responde, aquí, a requerimientos sociales dado que posibilita la emergencia de nuevos significantes; el ideal del yo compromete, a iniciativa propia, una filiación moral que orienta todo el proceso y se convierte en causa ejemplar del sujeto. Lacan plantea que ‘la sublimación eleva el objeto a la dignidad de la Cosa’ (1996: 138); a partir de aquí sugiere una serie de relaciones acerca de la cualidad específica de la obra como una forma nueva que se prolonga más allá de lo imaginario. Al objetivarse como obra, el sujeto abre en el otro la dimensión intolerable de una suspensión de su deseo pero libre de objeto. En forma análoga, Freud, deslinda cierta idea relativa a la insatisfacción que condena al sujeto, ya que si el artista logra lo que logra es ‘porque los demás hombres entrañan igual insatisfacción ante la renuncia impuesta por la realidad y porque esta satisfacción resultante de la sustitución del principio del placer por el principio de la realidad es por sí misma una parte de la realidad’ (1998: 363). En su texto sobre Dostoievski y el parricidio —Freud— sostiene que: ‘moral es quien reacciona ya contra la tentación percibida en su fuero interno y no cede a ella` (1997a: 213). Esta tentación es de naturaleza instintiva y proviene de un ello clasificado como amoral (1996: 589); si el ello constituye un dispositivo de fuerzas instintivas, de energías en ebullición que buscan satisfacerse, entonces, es en la idea de la dominación instintiva llevada a cabo por el sujeto donde se inserta el concepto moral; en este sentido, la moralidad consiste en la renuncia a satisfacer directamente la pulsión. La conciencia moral involucra —al igual que el proceso sublimatorio— un esfuerzo dirigido a la obra que conspira contra el principio del placer, comprometiéndose con lo real.

Moral y arte se afanan contra el placer; si bien lo buscado en la experiencia humana es el objeto en torno al cual se articula el principio del placer —aquel objeto que permite satisfacer una determinada pulsión mediante el goce— esta pulsión se ve satisfecha por la renuncia a una goce directo. La aspiración artístico-moral debe satisfacerse mediante una participación en el principio de realidad, introduciendo algo nuevo en lo real pero no constituyendo lo real en sí mismo. Pero, si moral y arte sella una alianza contra del placer por su participación en lo real, el eje no se inclina ni por la animalidad instintiva que busca el placer de la descarga, ni tampoco por el mero recurso a la razón. Bajo esta premisa, al injertar nuevos órdenes en lo real, tanto la acción moral como la práctica artística, lindan con la Cosa (das Ding), la rodean, la acosan; Lacan, en igual sentido, hace referencia a la dimensión ética de la experiencia humana, planteando lo moral —contraponiéndolo al sentimiento de obligación— como aquello que entra en relación con el acto humano, como aquello que se enmarca al interior de una tendencia que se abre camino a un ideal que amortigua el impacto con el deseo. Lacan lo afirma expresamente cuando se refiere a la sublimación como instancia en la que confluye el sentimiento ético en tanto ‘se impone bajo la forma de interdicción, de conciencia moral(1988:109). Es en torno a la posibilidad de atemperar el primitivismo mediante determinados móviles creacionales, donde la filosofía toma la palabra. Así, Hegel, deslinda el tema de los instintos que comparece en el arte, expresando que éste ‘tendría como objetivo principal la lenificación de la barbarie en general’ (1989: 51), en la medida que allí se verifica cierto disciplinamiento de los instintos y de las pasiones. En consecuencia, el asunto a explorar guarda relación con la eticidad por medio del arte o, si se prefiere, el arte como camino moral se dice del uso que da el sujeto a su energía sexual básica. Si la indisciplina instintiva, se vuelca directamente a la experiencia cotidiana, la consecuencia inmediata es la barbarie. En este contexto, es posible —siguiendo a Lacan— elevar ‘la verdadera barrera que detiene al sujeto ante el campo innombrable del deseo radical, en la medida en que es el campo de la destrucción absoluta, de la destrucción más allá de la putrefacción’ (1988: 263) mediante el hecho estético y sus connotaciones morales.

Referencias

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Lecourt, D. (1987). Para una crítica de la epistemología . Madrid: Siglo Veintiuno.
Nasio, J. (1988). Enseñanza de siete conceptos cruciales del psicoanálisis. Barcelona: Gedisa.
— . (1995). Cinco lecciones sobre la teoría de Jacques Lacan. Barcelona: Gedisa.

Umbral


Umbral: una obra ilegible?[1]

Introducción por Pablo Wajner G.[2]

Cuando un texto se convierte en sagrado para cierta cultura, se vuelve objeto de un proceso de lectura sospechoso, quedando subsumido en un exceso de interpretación. Más aún cuando una obra, como es el caso de “Umbral”, compromete con su aparición, una tremenda dosis de desafío e impostura al realismo dominante de su contemporaneidad. "Umbral”: enunciado fragmentario y alegórico. Humor negro, ocultismo, irracionalismo. “Emar”: surrealista, proustiano o kafkiano. En el sentido interpretativo, la obra de Kafka, por ejemplo, ha sido raptada por al menos tres manos interpretativas. La lectura de Kafka como alegoría social encontrando muestras de las frustraciones producidas por la burocracia moderna y su encarnación definitiva en el estado totalitario. Quienes lo leen como alegoría psicoanalítica, hallan revelaciones referidas al temor del padre, a angustias de castración, de impotencia, de delirio onírico coqueteando con psicosis, de desesperación kierkegaardiana. Y quienes lo leen como alegoría religiosa, explican que K intenta, en EL Castillo, acceder al cielo talmúdico; que Joseph K, en El Proceso, es juzgado por la imperativa e inclemente justicia de Dios. La escritura de Kafka es un ubicuo comentario sobre si misma, pregunta en la pregunta. Kafka es un lugar de cruces, de quiasmas infinitos y diversos.

La indisposición de “Umbral” ocupa un lugar si no análogo al menos yuxtapuesto a la obra de Kafka en cruce perpetuo. Rompe, llegando abruptamente con pies de paloma[3], con las narrativas hispanohablantes de ese entonces, en concordancia subversiva con su antecesor poético “Trilce” (1922) de Vallejo, y con la ulterior rebelión Girondiana de “En la masmédula” (1954) que, al igual que “Umbral”, hoy, son textos que sometidos a constantes relecturas nos continúan asombrando.

Quisiera citar a Gilles Deleuze cuando expresa “la salud como literatura, como escritura, consiste en inventar un pueblo que falta”. En “Umbral” aparecen las desconocidas geografías emarianas. Aparece una suerte de Constelada Galaxia Emar, a saber, Álvaro Yánez como Emar, Onofre Borneo, Rosendo Paine, Viterbo Papudo, el individuo Longotoma. Desespectrados espectros. Heterónimoscilaciones, despersonalizaciones dignas de Pessoa, inscritas en más de 4000 páginas impresas en 5 pilares: El globo de cristal, El canto del chiquillo, San Agustín de tango, Umbral y dintel.

En el preámbulo al tomo I “Dos palabras a Guni (Pirque)” fechada el 2 de marzo de 1941, Emar expresa: “¿Cómo empezar a contarte todo? Tengo aquí una montaña de notas, observaciones, narraciones, qué sé yo. Cuando quiero echar mano a ellas se escabullen”.

Fantasmas de enunciación dilatados en un discurso enunciado-alzado contra el mundo real, como la experiencia mística de Lorenzo Angol y las opiáceas visiones de Rosendo Paine, en una tensión hacia un absoluto lucidamente acotado pero inasible en última esencia.

Ahora bien, centrémonos en la nominación escogida por Emar para los pilares 4 y 5. “Umbral”y “dintel”. Para los que no lo saben Umbral y dintel estructuralmente son antípodas. Umbral es la parte inferior de la puerta opuesta al dintel, que es la superior. Ejemplo de dinteles universalmente famosos los tenemos en las ultrapiedras gigantes de Stonehenge (Stone = piedra; Henge = monumento con borde circular), en el condado de Wiltshire, en el sur de Inglaterra, el monumento megalítico con cuyos dinteles los druidas vislumbraban la posición del sol en equinoccio y otras temporalidades. Más bien la posición de la tierra respecto al sol, pues, como dijo Leonardo, “Il sol non si muove”.

Más allá de este sentido que adquiere “Umbral” en relación a revés de “dintel” desde la arquitectónica de los portales, se configura la posibilidad de cierta dimensión bisémica; de un sentido otro de “Umbral” relacionado precisamente al estatuto de ilegibilidad, de indescifrabilidad, de incomprensibilidad; en definitiva en relación a lo ininteligible. Hablo de “Umbral” como la mínima cantidad de señal que ha de estar presente para ser registrada por un sistema. Por ejemplo, la mínima cantidad de luz que puede detectar el ojo humano en la oscuridad. En base a lo anterior “Umbral” sería tal vez más invisible que otra cosa. Lo “ilegible” parece no ser detectado. Así este “Umbral” constituye el objeto de estudio de la psicofísica; rama de la querida psicología que estudia la relación entre la magnitud de un estímulo físico (que perfectamente puede ser un texto), y la intensidad con que este es percibido por parte de un observador. La psicofísica mide Umbrales. Lo intenta al menos. Pesquisa el mínimo cambio necesario en la intensidad de una luz para que este cambio sea percibido por un espectador.

Pregunta:

¿por cuántos ojos ha sido vista – sentida

la cambio-revolución emariana?

Porque (sabemos) que la mariposa quiebra el viento y no todos la ven,

y siguiendo a Blake, ¿No comprenden que cada pájaro que hiende el camino del aire es un mundo inmenso de delicias cerrado para sus cinco sentidos?

He aquí algunos ejemplos empíricos de Umbrales:

  • La llama de una vela vista a 55 kms. en una noche sin luna, oscura y despejada.
  • El tic-tac de un reloj a seis metros en un ambiente sin otros ruidos.
  • Una cucharada de azucar en 7 litros de agua.
  • El ala de una abeja que cae sobre la mejilla desde una distancia de un centímetro.
  • La obra “Umbral” de Emar leída “equis veces” para que resulte legible-registrada por el sistema homínido sapiente.

Es en este punto, en torno al estatuto de ilegibilidad, donde me gustaría convocar a Derrida y su texto “Leer lo ilegible” cuyo sentido penúltimo podría ser resumido en base al siguiente axioma: “Lo ilegible es elegible por ilegibilidad”. No es seguro que puedan distinguirse u oponerse lo legible de lo ilegible. A menudo experimentamos el hecho de que lo dado en la lectura se nos da como ilegible (como en el caso de “En la masmédula” de Girondo, en el “Finnegans Wake” de Joyce, en “De umbral en umbral” de Celan, en los “Manifiestos Dadá” de Tzara, en “Artaud-el-mono”, en el “Trilce” de Vallejo o en los recónditos pitagorismos implícitos en el “Diez” del propio Emar, etc.). No obstante ello se piensa con regularidad que leer es descifrar atravesando las marcas o significantes en dirección hacia el sentido o significado. Pues bien, Derrida nos dice que en el trabajo deconstructivo ciertos textos en particular, sino quizá en el límite de todo texto, hay un momento en que leer consiste en experimentar que el sentido no es accesible, que no hay un sentido escondido-velado como Isis detrás de los signos, que el concepto tradicional de lectura no resiste ante la experiencia del texto; y que en consecuencia lo que se lee es una cierta ilegibilidad que aparece cual torbellino de palabras sopladas sobre el cisne troquelado del papel asignado a la blancura, como diría Juan Luis Martínez. Así la imposibilidad de leer no debe ser tomada a la ligera; cierta ilegibilidad no debe tomarse sin apretarse con fuerza, ya que tal ilegibilidad no es, ciertamente, un límite externo a lo legible, como si leyendo uno se topara con una pared, no: en la re-lectura es donde la ilegibilidad a/parece como legible-elegible.

La resistencia provocada por el texto al lector a causa de ciertos umbrales -quiebres paradójicos - de una escritura que muestra su propia desaparición desalumbrada, ilegible desde lo asignificante en fuga. El texto emariano no se deja atrapar fácilmente. “Umbral” alumbra como foco de resistencia hace ya varios giros de faro. Y la relación con ese “Umbral” de resistencia por parte del lector no puede ser más que una forma de resistir, de vencer la resistencia, una forma de entendérselas con la propia resistencia. Si elegimos lo ilegible para transformhacerlo[4] en legible, opera ahí cierta selección, queremos resistir las resistencias arduas que nos impone el texto. Lo ilegible es aire elegible que sostiene el vuelo. Elegible el trampolín. Si elegimos aquél trampolín ilegible, de nosotros depende que alcancemos legibles acrobacias o no, ya que en el trampolín “Umbral” los narradores duermen, se duchan, cantan, sueñan o deliran. Eso es lo que hay. Se toma, se aprieta o se deja. Dejarlo es un lujo caro; tomarlo es, sobre todo para ciertos alguienes, un mortificante sin sentido obviamente ni claro ni distinto tampoco. Pero, tambien, una oportunidad de revelarse, por medio de una diferencia bellamente instaurada, contra todo.

Hablo de la posibilidad de entender la realidad más allá del mezquino proyecto previo, rayando a compás un círculo de omnicomprensión transhermenéutico, o mejor dicho, metahermenéutico, que reinventa lo real, insertando nuevos ordenes creacionales en lo real, pero no siendo lo real en sí mismo. LO REAL ES LA LUCHA CON LA SOMBRA[5], y, es en aquel combate en el que Juan Emar toma lugar, explosionando como mandrágora, dinamitando vectores imaginarios, en, como digiera Don Pedro Lastra aquí presente, una “actividad instauradora”, en una suerte de inconsistencia realista que intentó y de seguro lo ha logrado, siguiendo a Pound, empañar el futuro con un testamento. Transitoriedad, indisposición, precariedad. Un Umbral nunca es, nunca es-tá. Es paso. Es puente-pinta fuerzas. Paso a lo que viene por llegar. Portal que deja otrora tras de sí y recibiendo, desaparece como tal. El que ve Umbrales como Juan Emar, en la percepción inefable de la unidad del ser, en esa situación dichosa de los genios, de los místicos, de los locos, se desprende de toda sujeción normativa que por su estrechez no lleva a otra cosa que a pobres estilos de escritorio.

Para finalizar esta introducción, y dar paso a los ponentes participantes, cito a Michael Foucault y un texto presente en su libro La arqueología del saber, para que sirva de base en la apertura del fuego de esta mesa:

“¡Cómo! ¿Se imaginan ustedes que me tomaría tanto trabajo y tanto placer al escribir, y creen que me obstinaría, si no preparara – con mano un tanto febril – el laberinto por e que aventurarme, con mi propósito por delante, abriéndole subterráneos, sepultándolo lejos de sí mismo, buscándole desplomes que resuman y deformen su recorrido, laberinto donde perderme y aparecer finalmente a unos ojos que jamás volveré a encontrar? Más de uno, como yo sin duda, escriben para perder el rostro. No me pregunten quién soy, ni me pidan que permanezca invariable: es una moral de estado civil la que rige nuestra documentación. Que nos deje en paz cuando se trata de escribir.

Se abre la discusión. Gracias.


[1] Texto leído con motivo de semana homenaje a Juan Emar realizada entre los días 26 de abril y 3 de mayo del año 2006 donde participaron Pedro Lastra, Tomás Harris, Diamela Eltit, Roberto Brodsky, entre otros. Introducción a la mesa “Umbral: una obra ilegible?”.

[2] Poeta, Terapéuta.

[3] “El acontecimiento llega con pies de paloma” Nietzsche.

[4] Neologismo del autor.

[5] “La lucha con la sombra es la única lucha real” Gilles Deleuze en Lógica de la sensación (Sobre al obra del pintor irlandés Francis Bacon).

El Psicodrama

El psicodrama es un método para sondear a fondo la verdad del alma a través de la acción. Parecería, a partir de esta definición, que el objetivo del psicodrama es terapéutico. De hecho, es más conocido el psicodrama como psicoterapia que en los demás campos. Sin embargo, el objetivo terapéutico es el último que aparece en la historia de la creación del psicodrama.


J. L Moreno, su creador, era ante todo un humanista. Su búsqueda era la de la espontaneidad y la creatividad. Pero el centro del trabajo de Moreno, estuvo siempre en los grupos. Por una razón muy sencilla: porque el hombre vive en grupos. Trabaja, aprende, juega y se divierte en grupos. El psicodrama es así un método para coordinar grupos a través de la acción, creado a partir de y para los grupos humanos. Su cuerpo de teoría básico es la sociometría que puede ser definida como la ciencia de las relaciones interpersonales.

El psicodrama puede emplearse, no sólo como fuera concebido originalmente, en terapias de grupo, sino también en terapias individuales, sistémico familiares, y en la psicoterapia de parejas con bastante impacto catártico.

Una suma de reglas y principios, unidos a conceptos tales como: la espontaneidad, la acción corporal, el encuentro, la catarsis dramática, el "telé" y la teoría de los roles, orientan y sustentan un conjunto de técnicas y recursos, tales como: la inversión de roles, el soliloquio, el doblaje o la proyección de futuro, muchos de las cuales han sido frecuentemente adoptados por muy diversas corrientes psicoterapéuticas y educativas con resultados satisfactorios.

Evaluación Psicológica


Es la medición de algunos aspectos del comportamiento humano por medio de pruebas objetivas (test) que exigen contenidos cuidadosamente seleccionados y métodos de actuación e interpretación rigurosos. Los contenidos de estas pruebas pueden hacer referencia a cualquier aspecto del funcionamiento psíquico, incluyendo los rasgos de personalidad, las actitudes, la inteligencia y otros aspectos de índole emocional.

La interpretación se basa en la comparación de las respuestas del individuo con los niveles previamente establecidos mediante las respuestas habituales. Su utilidad dependerá de su capacidad para predecir el comportamiento. Al ofrecer información sobre la conducta de una persona y sus respuestas o resultados ante determinadas situaciones, son una gran ayuda a la hora de tomar decisiones sobre el plan terapéutico a seguir en determinados casos clínicos, a la vez que aportan mucha información para la configuración de diagnóstico de los pacientes y poseer ciertas claves sobre un eventual curso pronóstico de la enfermedad.

En los programas de educación, los tests de inteligencia y de evaluación de conocimientos son aplicados de forma rutinaria para asesorar las decisiones individuales y para mejorar la educación y organizar los planes de estudio. En las escuelas primarias se utilizan los tests audiovisuales para determinar la capacidad del alumno para aprender a leer y escribir. A través de ellos se detectan posibles problemas de la vista, del oído y de su desarrollo general que podrían hacer recomendable para el niño algún tipo de educación especial. Si el progreso del niño en la escuela es lento, o si aparecen signos de incapacidad para el aprendizaje o desórdenes en el comportamiento, los tests pueden aclarar si se trata de un problema

neurológico o emocional. Más adelante, en la educación secundaria, muchos centros de enseñanza aplican tests de intereses y aptitudes para orientar profesionalmente al estudiante.

En las clínicas y en los hospitales, los tests se realizan para completar el diagnóstico y planificar el tratamiento, ya que proporcionan información sobre el funcionamiento y estructura de la personalidad del paciente y la conveniencia de aplicar algún tipo de psicoterapia; los tests también se pueden centrar en alguna cuestión específica, como la presencia o ausencia de trastornos orgánicos cerebrales. Por regla general, se aplica una serie de tests que son interpretados en conjunto para describir los estados intelectuales y emocionales del paciente. Es obvio que las decisiones sobre el tratamiento no dependen en exclusiva de los resultados, sino del juicio del equipo clínico del que forma parte el psicólogo.

Los tests también se emplean en algunas organizaciones empresariales para la selección y clasificación del personal, ofreciendo criterios para aceptar o rechazar a un candidato a un puesto de trabajo o para ubicarlo en el lugar idóneo. A los tests de inteligencia o de personalidad suelen añadirse pruebas específicas, propias de la tarea concreta que se desea cubrir.

Se emplean por lo general para estimar el nivel que tiene el alumno en una materia académica concreta, por lo que se aplican como indicador del aprendizaje previo y como índice para predecir éxitos académicos futuros. En la educación primaria pública, lo habitual es que los alumnos realicen diferentes tests para evaluar el vocabulario, la habilidad con el lenguaje, la comprensión en la lectura, el cálculo numérico y la resolución de problemas, las ciencias naturales y las sociales.

Uno de los más conocidos es el test de Rorschach, o test de las manchas de tinta, y el TAT. Hay otros que consisten en completar frases, asociar palabras o dibujar (el de la figura humana —llamado ‘esquema corporal’—, la casa y el árbol y el de la figura bajo la lluvia son los más empleados).

Aunque la complejidad de la interpretación y el grado de subjetividad que implican los ha hecho vulnerables a las críticas metodológicas, son difíciles de aplicar en grandes grupos, aunque son muy útiles en psicología clínica, ya que aportan información más relevante, aunque en ocasiones menos rigurosa, que las pruebas psicométricas y profundizan en el análisis individual de la personalidad.

Eneagrama


El propósito principal del eneagrama es descubrir el tipo al que pertenece cada uno, descubriendo así nuestra compulsión y aprender a trabajar sobre ella, a fin de lograr en definitiva nuestra libertad, sanación y acercamiento a nuestra escencia. Es un viaje de autoconocimiento.


Se cree que se originó en Afganistán, casi hace unos dos mil años; quizás en los primeros años de la influencia cristiana en Persia y luego se infiltró en los círculos musulmanes después de que esta religión invadiese Asia Central y el Subcontinente de India.


Hasta el presente siglo ha permanecido estrictamente como una tradición oral y secreta sólo dada a conocer a los adeptos del sufismo. Lo que en Occidente se conoce del Eneagrama tuvo su inicio con George Gurdjieff, si bien no hay una descripción escrita de dicho trabajo.


A Oscar Ichazo se le atribuye el conocimiento del eneagrama sufí en círculos académicos, primero en Chile, de donde es originario y luego en EEUU. Ichazo se educó en Bolivia y Perú y fue introducido en la tradición sufí del eneagrama por un hombre cuyo nombre él prefirió no revelar. Algunos años después Ichazo atrajo la atención de algunos miembros de Esalen (California), entre las que se encontraban Claudio Naranjo y otros prestigiosos psiquiatras.


El modelo del Eneagrama se aplica para delinear los procesos cosmológicos y el desarrollo de la conciencia humana. Se trata de un diagrama, de una estrella de nueve puntas, que puede ser utilizado para trazar el proceso de cualquier acontecimiento, desde su principio y a través de todas las etapas de progreso de dicho evento en el mundo material, pero nuestro enfoque es psicológico y está aplicado al estudio del carácter humano.

Según el sistema del eneagrama existen nueve tipos de personalidad humana o nueve rasgos característicos. Lo que se intenta no es salir de nuestro rasgo principal sino observarlo para combatir la automatización de nuestras vidas y cómo una poderosa herramienta complementaria al los procesos psicoterapéuticos.

Respiración Holotrópica

La Respiración Holotrópica es una nueva estrategia para lograr la transformación interior y el desarrollo espiritual. Difiere de las técnicas y estrategias terapéuticas tradicionales ya que está basada tanto en antiquísimas técnicas chamánicas como en los más modernos estudios sobre la conciencia humana.

El término Holotrópico deriva del griego "Holos" = totalidad, y "trepein" = ir hacia. El nombre refleja el concepto básico de que la sanación resulta de lograr trascender la fragmentación interior del dolor y la soledad del ser individual, pudiendo así sentirse unido con la totalidad de lo creado.

La Terapia Holotrópica sugiere activar el inconsciente y movilizar las energías bloqueadas, por lo que esta novedosa técnica pone un énfasis claramente orientado hacia la experiencia.

Hay aspectos en la vida, tanto internos como externos, de los cuales nos hemos desconectado y no sabemos cómo volver a reconectarnos. Pueden ser memorias de la infancia o de situaciones sin resolver de nuestro pasado. O puede que nos sintamos desconectados de nuestro cuerpo, de nuestros sentimientos o de nuestra capacidad intuitiva. Seguramente nos hallamos desconectados del Todo Mayor al que pertenecemos; separados de la Existencia. La Respiración Holotrópica es una técnica poderosa y sin riesgos, que nos permite acceder a esas partes disociadas. Cuando nuestros cuerpos y nuestras psiques son energizadas por la respiración y accedemos al estado no ordinario, comenzamos a ser artífices de nuestra propia sanación, ya que se nos abre la posibilidad de volver a integrar ese material inconsciente, en una secuencia e intensidad apropiadas a nuestro desarrollo y evolución.

El facilitador no busca interpretar en ningún momento lo que sucede, sino sólo acompañar el proceso, ayudando a que éste se realice de la forma más completa y profunda posible.

La práctica de la Respiración Holotrópica está probada a través de 40 años de investigación y de intenso trabajo en sesiones individuales y en talleres grupales, en diferentes países alrededor del mundo.

Podemos decir que esta técnica busca lograr un intenso proceso experiencial a través de la combinación de una respiración acelerada y circular, de música evocativa y de un trabajo corporal focalizado y liberador de energía bloqueada. Se llega con esto a niveles de experiencia no habituales, que son, en sí mismos, altamente curativos y transformadores.

Hipnosis Clínica Terapéutica

La hipnosis se basa en el trance que es un estado natural de la conciencia, caracterizado por una introspección más o menos profunda y donde una persona focaliza o centra su atención en su mundo. Este estado se caracteriza por sentir, intuir y fantasear más que pensar. Es otra manera de explorar y conocer, más abarcante y menos restrictiva que el pensamiento lógico.
Puede ser espontáneo o inducido por el terapeuta.


El trance hipnótico permite realizar cambios a nivel inconsciente, recordar situaciones muy lejanas y recibir sugestiones, entre otras cosas, dado que se aparta temporalmente nuestra capacidad lógica y crítica propia del estado de vigilia.


La terapia que consiste en aplicar la hipnosis para curar determinados trastornos psicosomáticos se denomina "Hipnoterapia", y el profesional que la utiliza:"Hipnoterapeuta"
Lo que vemos en espectáculos de televisión nada tiene que ver con la hipnosis curativa basada en principios científicos y avalada por una enorme cantidad de eficaces resultados en todo el mundo.


La Neurobiología y la Psiconeuroinmunología dan cuenta de los poderosos recursos y potencialidades de la mente, como también de su poderosa influencia sobre todo el organismo.
Es así que modulando los llamados "mapas mentales" o contenidos mentales, se pueden realizar una serie de cambios sobre síntomas o problemas internos.


El trabajo del terapeuta consiste en despertar potencialidades y recursos que están adormecidos en alguna zona de la consciencia. No impone nada externo.


Actualmente sabemos que el trance hipnótico es un fenómeno natural de la vida cotidiana, no es sueño en el sentido de dormir, tampoco es perder la conciencia, muy por el contrario es un estado ampliado de la conciencia en el cual toda la atención se focaliza para producir cambios sanadores.


Dejar de fumar, tratar fobias, superar estados de crisis personales, minimizar el dolor y gestionar científicamente el estrés físico y emocional son algunas de sus tantas aplicaciones.

Reiki

Reiki es luz de amor, es una energía sutil que se extiende por todo el universo brindando armonía y sanación. Reiki es energía vital universal y como su nombre lo indica da vida a toda entidad vivente.


Este es un sistema de sanación natural que se realiza mediante la canalización y emisión de la energía Reiki por un terapeuta entrenado. Este impone sus manos sobre si mismo (como autotratamiento) u otra persona y Reiki fluye a través de todo el organismo. El terapeuta no ocupa su propia energía ni toma energía del receptor, ambos se benefician durante una sesión de Reiki. Reiki sirve para armonizar el cuerpo, la mente y el espíritu, creando sanación y paz.
Su uso puede ser específico, para dolencias puntuales, o general para crearnos armonización y salud.


Reiki no es una práctica dogmática o religiosa ni exige adhesión a creencias de ningún tipo.
Tampoco implica seguir un determinado sendero espiritual.
Es un sistema simple y profundo a la vez disponible para todos quienes deseen ser agentes de ayuda para los demás.


Cualquier persona puede practicar Reiki, no es un "don" especial para privilegiados. Es algo que se aprende directamente de un Maestro Reiki autorizado.
Este método de sanación fue redescubierto por el Maestro japonés Mikao Usui en el siglo pasado y ha continuado hasta nuestros días de Maestro a discípulo.
Con Reiki estarás en óptimas condiciones para conseguir tus metas, sean físicas, emocionales, mentales o espirituales.


Reiki puede actuar tanto en el terreno físico, sanando dolencias del cuerpo, como en los niveles emocional, mental y espiritual reduciendo estrés, armonizando estados emocionales en desbalance, subiendo la autoestima o actuando en el nivel espiritual para ayudarte a encontrar la paz, conectándote con tu ser interno.